

Medio siglo después de la muerte de Franco, España conserva símbolos de la dictadura
Cincuenta años después de la muerte del general Francisco Franco, en España aún hay miles de monumentos y calles que glorifican al dictador. Una aberración para muchas asociaciones, que desean borrar estos símbolos de los lugares públicos.
Están los monumentos, donde abundan estatuas y emblemas militares, plazas y avenidas que rinden homenaje a las figuras del régimen, e incluso bares y restaurantes que alaban al dictador.
En total, "hay más de 6.000 símbolos" franquistas aún en el país, explica a la AFP Eduardo España, cocreador de la página web "Debería desaparecer", lanzada en 2022 para recopilar estos elementos que ocupan "ilegalmente" el espacio público.
"Es para llevarse las manos a la cabeza", valora. "No se entiende que a día de hoy, en un Estado democrático, podamos conservar este tipo de monumentos", insiste, señalando a pocos metros detrás de él el Arco de la Victoria.
Construido en la década de 1950 para celebrar el éxito de las tropas franquistas sobre la República en la Guerra Civil (1936-1939), este monumento neoclásico —cuyo significado ignoran la mayoría de los turistas y madrileños— se eleva casi 50 metros en la entrada oeste de Madrid.
Junto con el impresionante mausoleo del Valle de los Caídos, una basílica construida por orden de Franco a 50 kilómetros de Madrid, forma parte de los lugares más emblemáticos del franquismo, y contribuyen a "mantener una herida muy abierta", según Eduardo España.
- "Memoria democrática" -
Tras llegar al poder tras una guerra civil que causó cientos de miles de muertos, Franco gobernó España con mano de hierro durante casi 40 años. A su muerte, el 20 de noviembre de 1975, ningún responsable del régimen fue juzgado, ya que este periodo fue objeto de una amplia amnistía que benefició a ambos bandos.
Deseoso de zanjar este doloroso pasado, el Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero inició un cambio en 2007 con su ley de "memoria histórica", que obligaba a las administraciones a retirar los símbolos que hicieran apología de la dictadura en el espacio público.
Este giro se aceleró con la llegada al poder en 2018 de Pedro Sánchez, otro socialista, que en 2019 exhumó los restos de Franco del Valle de los Caídos (rebautizado como Valle de Cuelgamuros), para que su tumba dejara de ser un lugar de homenaje para los nostálgicos de la dictadura, y en 2022 se votó una ley de "memoria democrática".
Este texto, aprobado con la oposición de la derecha, creó un registro de víctimas de Franco, anuló las condenas sumarias dictadas por su régimen y presionó a los ayuntamientos reacios a eliminar los símbolos franquistas. Con cierto éxito...
Tanto en Galicia como en Canarias, se han destruido cruces en homenaje a los muertos franquistas. Presionado por la fiscalía, el Ayuntamiento de Santander se ha visto obligado a cambiar los nombres de 18 calles vinculadas a la dictadura. Y en Málaga se ha iniciado un inventario de símbolos franquistas.
- "Digerir" el pasado -
Sin embargo, esta iniciativa se enfrenta a una fuerte resistencia, sobre todo entre los nostálgicos de Franco. Entre ellos, una figura muy particular y conocida en este entorno: Chen Xianwei, gerente de un bar del centro de Madrid llamado "Una, grande y libre", el lema de la España franquista.
"Los gobiernos no tienen que marcar qué es negro, qué es blanco", opina este inmigrante chino llegado a España en 1999, que ve en la ley de memoria democrática una forma de "manipulación de la historia".
"La gente, los pueblos, no son animales. Ellos tienen sus pensamientos", afirma en su bar, repleto de bustos de bronce, carteles y banderas en honor al Caudillo, como se conocía al dictador.
Pero la supresión de los símbolos franquistas también suscita algunas reservas entre parte de los historiadores, que abogan por un enfoque didáctico de la memoria, basado en la aportación de explicaciones al gran público en lugar de un proceso de borrado puro y simple.
"Lo de esconder los restos, los vestigios de un pasado negativo, no me parece la mejor forma de digerir ese pasado, de entenderlo", sostiene Daniel Rico, profesor de Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Barcelona, y autor del ensayo "¿Quién teme a Francisco Franco?".
"Esto de retirar los monumentos como si fuésemos todos niños, que nos espantamos al ver un escudo de Franco, me parece también muy despótico", añade el profesor Rico, que alerta contra la tentación de caer en una memoria "más emotiva y más confesional que racional".
Frente al Arco de la Victoria, que le gustaría ver demolido, Eduardo España se muestra convencido de la pertinencia de su iniciativa.
"La historia se aprende en las escuelas", y no "en espacios públicos", asegura este militante, para quien la memoria desaparece "si no se da en las clases, si no se da en las escuelas y si no se habla de ello".
C.P.Wilson--RTC