

Jafar Panahi, el cineasta perseguido que desafía al poder iraní
Opositor al poder iraní, el cineasta Jafar Panahi ha dedicado su vida al cine desafiando la censura, a veces a precio de su libertad, hasta su consagración en Cannes.
"Estoy vivo porque hago películas", declaró durante el festival a AFP el autor del incendiario político "Un simple accidente", una de sus obras más directas, que ganó el sábado la Palma de Oro en Cannes.
Hasta hace poco bajo arresto domiciliario en Irán, cuyo gobierno le prohibió rodar películas, el cineasta de 64 años, figura de la nueva ola del cine iraní, pudo viajar a Cannes por primera vez en 15 años.
Su amor por el cine, Panahi lo ha pagado varias veces con su libertad: ha sido encarcelado en dos ocasiones, 86 días en 2010 y casi siete meses entre 2022 y 2023.
Llegó a iniciar una huelga de hambre para obtener su liberación.
Tras las rejas, Panahi encontró la inspiración para su película, en la cual esta vez no se representa a sí mismo, y que denuncia la arbitrariedad: "Cuando se mete (a un artista) en prisión, se le tiende una vara, se le da material, ideas, se le abre un mundo nuevo", explicó en Cannes.
Gran nombre del cine iraní, como Abbas Kiarostami, de quien fue asistente al inicio de su carrera, Jafar Panahi ha visto cómo sus obras, prohibidas en Irán, han sido regularmente invitadas a los más grandes festivales, de Cannes a Venecia pasando por Berlín.
Al no poder asistir, su silla quedaba simbólicamente vacía.
- Rodar clandestinamente -
La vida de este hijo de un artesano, nacido en Teherán el 11 de julio de 1960 y criado en barrios pobres de la capital, dio un giro en 2010.
Fue condenado a seis años de prisión por "propaganda contra el régimen" tras haber apoyado el movimiento de protesta de 2009 contra la reelección del ultraconservador Mahmud Ahmadinejad como presidente de la República Islámica.
También recibió una pena de 20 años de prohibición de dirigir o escribir películas, viajar o expresarse en los medios de comunicación.
Estas condenas nunca le han impedido seguir filmando, clandestinamente.
Pero desde entonces, su cámara se vuelve "hacia el interior": Panahi se representa a sí mismo, mostrando sus dificultades para rodar en secreto.
Como en "Los osos no existen", Premio Especial (entregado en su ausencia) en 2022 en Venecia, donde se le veía dirigir a un equipo a distancia por Zoom, al otro lado de la frontera turca.
Porque Panahi tampoco se ha resignado jamás al exilio, prefiriendo permanecer en su país contra viento y marea, para indagar en sus películas sobre las injusticias sociales o el lugar de las mujeres en Irán.
Y prometiendo volver, después del Festival de Cannes.
- Apoyado en Cannes -
Entre sus películas más aclamadas, "Taxi Teherán", rodada clandestinamente desde el interior de un taxi, por la que recibió, en su ausencia, el Oso de Oro en la Berlinale en 2015.
Los conservadores iraníes montaron en cólera.
Templo del cine, el Festival de Cannes lo ha apoyado y le ha ofrecido una tribuna desde sus inicios: su primer largometraje, "El globo blanco", recibió en 1995 la Cámara de Oro, que premia las óperas primas.
También obtuvo en 2003 el premio del jurado en la sección Una Cierta Mirada por "Sangre y oro", y el premio al mejor guion en 2018 por "Tres caras".
En 2012, Panahi fue galardonado conjuntamente, junto con su compatriota Nasrin Sotoudeh, abogada de derechos humanos, con el premio Sájarov a la libertad de conciencia otorgado por el Parlamento Europeo.
Jafar Panahi tiene un hijo que también es director, Panah. Su primer largometraje, "Hit the Road", fue presentado en 2021 en la Quincena de Cineastas en Cannes.
J.Lee--RTC