

Además del cambio climático, la despoblación rural quema España
El abandono del campo en busca de una vida mejor y los veranos cada vez más ardientes se conjuran para que el corazón rural de España sea pasto de grandes incendios como los que ahora la arrasan.
Este mes de agosto, España está sufriendo una ola de incendios forestales concentrados precisamente en áreas que sufrieron un éxodo masivo de población en el noroeste del país, como Ourense (Galicia), León y Zamora (Castilla y León), donde se han quemado más de 70.000 hectáreas en los últimos días y han fallecido dos personas.
Los científicos advierten que el cambio climático provocado por los humanos hace que los fenómenos meteorológicos extremos -como las sequías, las olas de calor y los incendios- sean más frecuentes, más intensos y más largos.
Sin embargo, también hay factores locales que crean condiciones propicias para esos incendios.
"Si está limpio [el monte], se puede cortar el fuego", explica Ángel Román, alcalde de Ferreruela, un pueblo de la provincia de Zamora.
El funcionario lamenta la falta de agricultura y ganadería, actividades que limpiaban el campo de matojos y creaban frenos para los incendios.
Donde antes había ovejas, cultivos y un terreno como un mosaico, hoy hay extensiones interminables de pinos y eucaliptos secos por el calor en verano, auténticas autopistas para el fuego.
- Más bosques que nunca -
Según la ONU, más de 1.600 millones de personas dependen de los bosques en todo el mundo. El Acuerdo de París contra el cambio climático de 2015 establecía un marco para detener su pérdida, que avanza a un ritmo de diez millones de hectáreas anuales.
Mientras la desforestación y la desertificación inquietan al mundo, en España la superficie forestal pasó de 7 millones de hectáreas en 1930 a 28 millones en la actualidad, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
José Ramón Jiménez, responsable de medioambiente en el sector público del sindicato Comisiones Obreras en Castilla y León, considera que la despoblación es imposible de revertir por la "pobreza estructural de algunas comarcas", y reclama al menos más medios para combatir el fuego.
"Un bombero forestal tiene que ser un profesional que se forme y se relacione con el monte todo el año", dice, algo que no ocurre en la región castellana y leonesa, con medios cambiantes y sin una definición de los requisitos necesarios para trabajar en la extinción de incendios.
"La gente va rotando porque las condiciones son malas", ahonda Miguel Ángel Villalba, un agente medioambiental que trabaja en el bosque desde hace 30 años.
Este hecho impide la existencia de un equipo estable y profesionalizado para apagar los focos que se producen en verano.
- Incendios californianos -
Además, los fuegos cada vez son más agresivos, parecidos a los que suelen verse en Australia, California o Canadá, espoleados por un calor sahariano que ya se alarga todo el verano.
Según explica Villalba, el monte ahora está más seco y, cuando se suman una ola de calor y la falta de lluvia, "se facilita mucho la propagación del fuego".
En 2022, un año de incendios especialmente malo en Europa, España fue el país más afectado con casi 307.000 hectáreas consumidas, cerca del 40% de las que ardieron en la Unión Europea, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS).
En apenas una semana han ardido más de 70.000 hectáreas en España, donde ya fueron consumidas 157.000 en lo que va de año.
En esas zonas despobladas y envejecidas, los incendios acentúan la sensación de abandono, de últimos clavos en el ataúd de una forma de vida.
"Es muy doloroso tener que llevarse a las personas mayores de ahí", explicó a AFP María Andrés, 68 años, vecina de Sesnández de Tábara, un pueblo de 136 habitantes de Zamora, que tuvo que huir con su padre de 92 años de los incendios de 2022.
"Te pones en su lugar y es muy triste que esas personas tengan que salir así de esa manera, dejando toda su vida atrás. Y después no sabes lo que te vas a encontrar a la vuelta", sentenció.
J.Gustafsson--RTC